El precio de la belleza lo pagan otros
Tras la belleza se esconde un callejón sin salida del ego. El diseñador crea, el inversor paga y el usuario sufre las consecuencias. La responsabilidad en el diseño no es una frase hecha, sino una realidad.
¿Sabías que Zaha Hadid comenzó su carrera con una estación de bomberos para la empresa Vitra, que no funcionaba y tuvo que ser reubicada en otro lugar del recinto?
¿Sabías que el exprimidor de cítricos de Philippe Starck no funciona muy bien, algo que el propio autor ha admitido?
Sí, es arte, se ha convertido en un icono, pero no es algo (un edificio) que funcione.
Cada uno de nosotros, los que creamos, jugamos a ser dioses. El arte clásico (pintura, literatura, música, interpretación…) no cuesta demasiado dinero, por lo que cualquiera puede intentarlo. Se pierde tiempo, algo de energía, pero los errores y equivocaciones no salen tan caros.
La arquitectura, los interiores y el diseño están peor. El diseñador/arquitecto trabaja y crea con el dinero de otros. Los poderosos de este mundo, los inversores, los clientes son una parte integral del proceso. Por eso intentamos dominarlos, halagarlos, llamar su atención. Estamos al borde del camino y queremos desesperadamente que se detengan justo en nuestro sitio. Los famosos lo hacían y lo hacen (Mies van der Rohe, Le Corbusier…), nosotros también lo hacemos.
Crear cosas visualmente agradables es bastante fácil. Crear cosas raras que tienen una vida corta (véase, por ejemplo, la moda vanguardista) también es fácil. Pero nosotros creamos cosas que deberían durar mucho tiempo, años, décadas o quizás siglos. Y las creamos con dinero ajeno, con el dinero de personas que creen que sabemos hacerlo, que tenemos la formación y la experiencia adecuadas y que les facilitaremos la vida.
Por eso, en nuestra vida profesional es importante mejorar constantemente, estudiar y aprender de los errores, escuchar y observar cómo lo hacían (y cómo lo hacen hoy) otros en el pasado. Compartir información y experiencias es fundamental. Esto incluye la exploración de las cosas y del mundo, y la humildad ante lo que fue, lo que es y lo que será.
Las matemáticas y la astrofísica me enseñaron la humildad y el respeto hacia otras personas, ideas y experiencias. A los 15 años quería estudiar estas disciplinas, leía y calculaba mucho (con lápiz sobre papel, calculadoras, ordenadores, ni siquiera existía la web). Me fascinaban las diferentes construcciones mentales, el mundo de las pruebas matemáticas y el microcosmos y el macrocosmos, dos mundos interconectados. Sobre todo, me encantaba la sensación de intentar llegar al menos un poco a donde habían llegado los grandes antes que yo. La cuadratura del círculo, el teorema de Fermat, el número ϕ, la sucesión de Fibonacci, las paradojas de Russell, E=mc², los mundos de las galaxias, los neutrinos…
Me maravillaba con respeto ante el mundo y los cerebros que me precedieron, y sigo maravillándome hoy en día. Y todavía hoy estoy agradecido a los profesores que me prestaban libros, me ayudaban pacientemente a encontrar soluciones, criticaban duramente mis errores y no me ofrecían soluciones fáciles.
Por gratitud y respeto hacia ellos, decidí transmitir las experiencias y los conocimientos que tengo. No voy a andarme con rodeos, no voy a ser educado. Solo podéis ganaros mi respeto con vuestra propia humildad y escucha, solo siendo buenos. (¿Habéis visto la película «
Cada uno es libre de llevarse lo que quiera, cada uno es libre de aceptar o rechazar. Me da igual, es vuestro camino. Yo ya estoy cerca del final del mío. Pero sin estudiar todo lo que nos rodea, sin una comprensión profunda, el creador no puede avanzar. Hay muchos libros sobre ello, muchas memorias, diarios o cartas y recuerdos. Si eso vale para todos los demás, ¿por qué no iba a valer para mí/ti/vosotros?
Pero volviendo al diseño. No voy a mostrar lo bueno, sino que quiero reflexionar sobre los errores que veo y animaros a debatir sobre lo que pensáis vosotros.
Porque otros pagan por nuestros errores profesionales.

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